and that;

Sería más fácil no saber dónde estás, cómo acceder. Poder eliminar el canal de entrada a ti sería lo justo. Pero yo sé que sigues al otro lado, que sólo debo esforzarme (cuando esforzarme puede implicar el daño, la muerte incluso) para pasar. Para comunicarme. Éste es uno de tantos intentos, uno que no muere en el silencio (espero), como todos los demás. Ahora arrastro con culpas que pesan más que los recuerdos. Con recuerdos que pesan más que el amor. Con un amor que pesa, aún, en mí; que se mantiene vivo hasta ahora. Un amor ultrajado, roto y deshecho, que parece no resignarse. F. me habló hace poco de la absoluta resignación del animal frente a la certeza de la muerte, a diferencia del humano, que se obstina incluso ante la más inmensa verdad. Me gustaría resignarme, irme. El problema es la esquizofrenia. Que siento que mi cuerpo se va, mi cuerpo arremete hacia otros lados, horizontes próximos. Mi mente pasmada. Mi alma en duelo. Así, hora tras hora y día tras día, intentando comprender qué es irse, qué es luchar, qué es lo justo. Si lo justo es que tengas una vida sin mí. Si lo justo es sufrirlo todo en tu nombre, en nombre de nosotros. Si el amor redime la culpa. Si en nombre de los años se pueden regenerar las heridas. Si las heridas causadas al otro son justificadas. Si se puede justificar la traición. Si la traición es deslealtad. Si el amor puede curar. Si la esperanza es algo concreto. Si puedes poner tu fe en mí una última vez. Si siempre debe haber una última oportunidad. Si todos merecemos el perdón. Si el perdón cura. Si el dolor reconstruye. Si hay que tener la resignación del animal frente a la pérdida. Si hay que luchar. Si hay que luchar. Si hay que luchar. Te rendiste. Entiendo que tu amor es millones de veces más grande que el mío. Me ha costado comprenderlo sin rabia, sin rencores. No lo logro aún, sólo lo entiendo en breves momentos de lucidez. Comprendo que tu amor es inmenso. Mi amor se redujo a esperar, a combatir. Tu amor nunca cedió. Yo hice ceder el mío, yo causé el daño, abrí la herida y la llené de piedras. Tú te mantuviste, hasta donde fue posible, en pié. Yo viví de rodillas, frente a ti, frente a mí misma, frente a todo. Suplicante, pero a la vez destruyendo todo a mí paso. Destruyendo tu amor, tu honestidad, tu entrega absoluta. Sabiendo que estaba a tiempo de resolver, sabiendo que en un tiempo iba a ser demasiado tarde. Repitiéndome Astrid va a ser demasiado tarde, va a ser demasiado tarde, no esperes que sea demasiado tarde. Pero dejando todo pasar. Tolerándome a mí misma lo intolerable. Justificando mi estupidez. Ahora debo justificar la pérdida. Debo perdonar que te rindieras. Yo soy un mar de incompletudes. Soy un universo hecho de partes inconexas, que a su vez resulta inconexo con su exterior. Debo reconstruir cada parte. Debo repensar cada acción para que tenga sentido con el todo. Nunca aprendí a amarte, ahora voy a aprenderlo, sola, y voy a aprender a desamarte también, sola. Desaproveché cada cosa, cada instante, cada amor tuyo. Tal vez pueda aprovechar lo que me quedó, el recuerdo y la distancia. Te aprovecharé ahora, en tu forma más abstracta, fantasmal.
}



las
hojas
caen
verticales
como

la

música
hacia
abajo
sin
cimientos
ni

armaduras

sun in my mouth





i will wade out
till my thighs are steeped in burning flowers


La contradicción habla de todo lo que sucede de maneras paralelas entre la gente; habla del contrapunto que va unido inseparablemente a la existencia. La vida, incluso en sus formas más mínimas, es una expresión de la capacidad que los entes tienen de contraponerse de manera mutua, en una cadena infinitamente extensa de vínculos entre sus partes, que suceden justamente gracias a la oposición. Como en el rizoma, cada partícula de cada molécula de cada cuerpo tiene un nexo profundo con la totalidad de las partes. Cada parte, a su vez, contiene todas las partículas posibles, es decir, un número infinito y por tanto irracionalizable de ellas. Las relaciones entonces son una suma inimaginable de tiempo, sujetos y lugares. Justo ahí, desplomarse en una diafonía de tonos plateados y azules. Justo en el momento en que la oposición sucede, inclinarse hacia el otro lado y atravesar el límite entre el sujeto y el objeto; llevar a cabo la relación última. Derribarse y caer en un oceáno ilimitado de sustancia y forma, de flores y fuego. Contraer el espíritu y volverse aire concreto, y fugarse de ese modo. Arremeter con todas las fuerzas posibles y derribar los muros, volverse parte de una creciente humareda de textura húmeda y brillante.


i will take the sun in my mouth
and leap into the ripe air


Murakami habla de que el mundo es como una inmensa caja de correo: todo adentro es una sucesión indeterminada de fluido y transición. El amor, el odio, el tiempo, la conciencia... todo varía constantemente y pasa a ser otra cosa que antes ni siquiera se había considerado posible,. aunque lo que lo contiene no varíe en apariencia. El hombre es una simple manifestación de eso que compone al mundo, e incluso de eso que lo compone a él mismo. Ningún fragmento es estático; todo muta en diferentes formas de una misma indeterminación. La variabilidad impredecible de las partes hace que, en el intento humano por estatizarlas y querer sustituir unas por otras, el resultado no sea el esperado, y las partes continúen existiendo y fluctuando por y en sí mismas. Lo esperable es justamente lo inesperado (esperar lo inesperado, aceptar lo inaceptable). Sólo queda saltar y empaparse.

alive
with closed eyes

El contante silencio. El eterno retorno. La ineluctable caida al vacío. La imparable fuerza del absurdo. La fuga como huida. La huida como tiempo. El tiempo sonoro. La música del silencio.


to dash against darkness
in the sleeping curves of my body
shall enter fingers of smooth mastery
with chasteness of sea-girls

Impregnarse de cuerpo. Sólo impregnarse de cuerpo.


will i complete
the mistery of my flesh


Alzar la mirada y divisar un horizonte paralelo a las angustias. Alzar la cabeza, confirmar la presencia de un horizonte no precisado antes. Dar el salto, primero y final al mismo tiempo. Abandonarse a las aguas turbias del pensamiento. Ubicar el momento anterior al pensamiento, la materia física que precede la emoción. Soltarse a la ubicuidad del espacio, que no posee límites, que nisiquiera está trazado. Dios mueve al jugador y éste la pieza ¿qué Dios detrás de Dios la trama empieza? ¿de polvo y tiempo y sueño y agonías?, dice Borges. Localizar el dios antes del dios, el hombre antes del hombre, el lenguaje antes del todo. Entonces descubrir los misterios que habitan en cada partícula de materia humana, ajenos a la conciencia desde el más primigenio estado del mundo. La conciencia de la incompletud. Los fragmentos se deshacen en más fragmentos, y ellos a su vez en otros más; esa es una lógica indebatible del transcurrir animal más primitivo. Al hombre no le basta saberse incompleto, inconcluso. Entonces busca detrás de su dios, detrás de su pensamiento, detrás de su lenguaje cualquier rezago de lo que le falta. No lo consigue. Sólo encuentra carne y descomposición.


i will rise
after a thousand years
lipping flowers
and set my teeth in the silver of the moon

El despertar sucede de formas violentas. El tiempo es el frasco donde envasan la arena. El desprendimiento se demora, pero ocurre.

the sea's only gifts are harsh blows—




En Into the Wild, Chris, justo después de graduarse de la universidad, se va a viajar por Estados Unidos con el único deseo de llegar a Alaska. Deja su casa, su dinero, sus amigos, su familia, y se va a viajar sin darle razón de nada a nadie. Es una típica road movie, cuya estructura narrativa es fragmentaria y fascinante. Habla, como la mayoría de su tipo, de la libertad y del autodescubrimiento que se consigue mediante el viaje exterior como metáfora del viaje interior. Chris se enfrenta a un profundo desasosiego frente a su mundo inmediato, pero también frente a otro mundo más amplio y violentamente adverso. Descubre la desavenencia frente a sí mismo, como sujeto en relación con su universo exterior. La película, como muchos libros y canciones y muchas otras películas, sugiere la huella de inconformidad que queda del enfrentamiento con la soledad (la soledad en un mundo impersonal y masificado, si se quiere) cuando no se está preparado para ella. Esa es la motivación de la fuga: encontrarse de frente con una naturaleza abiertamente desfavorable para la supervivencia, mediante la cual se logre medir la capacidad humana de revivir desde las cenizas. Los únicos regalos del mar son los golpes ásperos y, ocasionalmente, la posibilidad de sentirse fuerte, dice Chris en algún momento. No es el hecho de ser fuerte, como el animal cuya supervivencia sí depende casi que exclusivamente de su fortaleza real, sino el hecho de sentirse fuerte. De razonar las posibilidades y escoger sobrevivir.
Aprender a lidiar con la soledad, con el abandono y con la sensación de rechazo de las personas. Hay un sentimiento que subyace toda acción, y es justamente el de una plena conciencia de debilidad, tanto mental como emocional y física. La conciencia de la propia fatalidad humana posibilita la conciencia del resto de las acciones, del resto de eventos y situaciones que ocurren en el planeta. Esto, sin embargo, no implica una infelicidad anunciada, una impotencia absoluta frente a las relaciones, o incluso frente a la existencia del amor mutuo, de la compañía, del cariño; porque se aprende, tarde o temprano, a lidiar con el fracaso humano. Se aprende a resistir de frente a la incompetencia emocional y a la íntima debilidad propia.
Como una de esas metáforas usadas por profesores en el colegio, el hombre aprende a saberse una micropartícula insignificante en un mundo tan inmenso como hostil. El microcosmos, sin embargo, encuentra su correspondencia con el macrocosmos; entonces hay una cercanía entre el individuo y el círculo que lo contiene, se acorta el espacio entre el yo y el otro. Sólo así el humano aprende a restituirse como humano. Sólo mediante el reconocimiento honesto de esa esencia débil y amorfa del hombre en relación con un universo que en últimas funciona igual que sus partículas, se puede seguir adelante luego de la caída.
La fuga entonces, tanto en el caso de Chris (cuya supervivencia no parece ser sólo física, sino que hace parte de un ritual interior mucho más amplio) como en el caso de cualquier otro, se establece como una posibilidad de resistencia frente al fracaso. La tensión entre asumir el error y el desasogiego y curarlos se da de muchas formas; algunas veces la manera es encararlos y limpiar heridas en el momento, otras veces es trazar un mapa, un laberinto interior que debe ser descifrado en el camino. No hay fórmulas absolutas para acercarse al sentir humano, quese mueve de un polo a otro. Durante el viaje (que puede ser interior o exterior, humano o animal, racional o intuitivo) nos hacemos testigos únicos del carácter variable y fragmentario del ser humano, que sólo es expresable mediante una conciencia que ubique los límites de la autoimpuesta racionalidad.
El abandono suele asumirse como una forma de escape, desde el que lo ejecuta, y como una forma de cobardía, desde el que es objeto del abandono. La huída nunca es plenamente correcta o incorrecta; el camino se establece sólo a medida que se construye, no antes ni después. Trazar un mapa significa evaluarlo todo desde una conciencia racional; vivir el mapa, destruirlo y reconstruirlo a medida que la fuga se da, es una manera de reivindicarse desde la más pura individualidad. La soledad golpea como el mar, con violentas arremetidas que deshabilitan y habilitan a la persona una y otra vez para superar las cosas que le sobrevendrán. En la perspectiva, como siempre, se ubica la respuesta a cada uno de los golpes.
 
 
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