a M.

Los primeros recuerdos que tengo del mar los construí justo después de ver las fotos de una niña, chiquita y caprichosa, en ese mar. La niña era yo, claro, y en la primera foto aparecía con un vestidito amarillo, una pala y un balde, sentada sobre la arena, a la orilla del mar y haciendo mala cara. Me volteé sólo para la foto. No creo que tuviera más de 3 años.Pensaba hace poco que me hubiera gustado tener un recuerdo real del mar, acordarme de una sensación precisa frente a la infinitud, el olor a sal, el sonido de la espuma sobre la arena, el color azul. Recordar con exactitud la impresión que probablemente me dieron las olas al ir y volver a mis pies a un ritmo lento; recordar si tuve, de niña y como dicta el cliché, la consciencia de la propia insignificancia frente a la imponencia de lo que la vista no puede abarcar. Pero no, no tengo nada de eso. Recuerdo haber visto las fotos varios años después de ser tomadas. Y recuerdo haberme sentido absolutamente ajena a la imagen, a la niña que se volteaba de mala gana para que le tomaran la foto. La misma foto que ahora, curiosamente, es el único elemento que tengo a la mano para intentar desesperadamente darle forma y contenido a un recuerdo que, presiento, tengo en la memoria, pero que no puedo moldear aún. Pero lo intento. Es lo que único que me queda: la foto y las palabras para intentar describirla. No tengo más.Miro la foto mucho, como los viejitos con nostalgia de un pasado que por más que intentan no pueden asir. La miro para ver si encuentro algo de mí en ella. Busco en la mirada inconforme y arrogante de esa niña, en su posición obligada, en su mirada, en la forma de su boca, en la manera de sostener la pala con una mano y la arena con la otra algo vigente en mi yo de ahora. La miro para ver si puedo rastrear alguna constante, algún signo que me hable de que, en efecto, era yo, y que de alguna manera lo sigo siendo. No sé si lo consigo.
Ahora no sé si quiera conseguirlo.
No sé si eso sea lo que quiera en general. No sé si en efecto deba usar la foto como referente de algo. No sé si, en cambio, deba dejarla ser lo que es y ya. Ponerla en el álbum de la familia y con eso dejar de guardar su significado como un tesoro reservado sólo para mí. Tal vez deba dejarla ser, dejar de atarla a mí como si algún día me fuera a revelar algo. De pronto la foto existe sólo para ayudarme a construir un recuerdo del recuerdo original que ya perdí para siempre. De pronto es sólo una ayuda del mar para que logre configurar en mi memoria un primer recuerdo de él, aunque no sea el real. Pero alguno.Entonces agradezco la existencia de la foto per se, independientemente de lo que guarde para mí (o de lo que no guarde). Entonces me doy cuenta que las fotos son fragmentos de tiempo y espacio que cambian continuamente y nunca –nunca– dejan de cambiar. Que en 20 años veré la foto y tal vez ya no me acuerde de lo que hoy quiero recordar, sino que vendrá a mi memoria este momento preciso en el que te estoy escribiendo esto. Este momento, esta tarde, esta mañana y esta noche. Que entonces asociaré la foto contigo. No sé por qué. Pensar en ti me hizo pensar en el mar (en el que estaré mientras tú estás en ese otro sitio), y pensar en el mar me hizo pensar en mi primer recuerdo del mar. Pensar en mi primer recuerdo del mar me hizo pensar en ti, en mi primer recuerdo de ti que son tus palabras y tus fotos hace muchomucho tiempo, aunque no me creas. Entonces todo pareció estar conectado, de algún modo.Y quiero liberar a las personas, como a la foto, de lo que puedan decirme a mí misma de mí. Difícil tarea, creo, pero quiero empezar. Quiero pensar en instantes, quiero pensar en fragmentos, quiero aprender a liberar a los demás de mí. Y quiero empezar por mí misma, dejando a un lado lo que la foto me podría decir y conformándome con cerrar los ojos y construir rápidamente un recuerdo de la niña tocando al mar y sintiendo el olor a sal y suspirando y queriendo sumergirse en él para siempre. Quiero, en muchos años si es que llego a vivirlos, cuando sólo tenga esto que te escribo para recordarte, pensar que te asocié con la primera vez que ví el mar. Entonces, seguramente, me será muy muy difícil olvidar todo esto.

3 comentarios:

Juan Pablo Angarita Bernal dijo...

Interlocutas. Es lo más bonito de todo.

Juan Pablo Angarita Bernal dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Pablo Angarita Bernal dijo...

http://www.modaweb.com/aula/mas/costurabasica.htm

Hilván de sastre:
Sirven para marcar puntos de unión en el género después de cortarlo y antes de desprender el patrón.

Hilván y bastilla:
El hilván sirve para sujetar temporalmente dos piezas de tela antes de probar y pasar maquina.

 
 
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